Un Segundo Comienzo Con Mi Ex-esposo por Dalia Herrera Capítulo 12

Capítulo 12 

+15 BONUS 

Una suave brisa nocturna entró ligeramente por la ventana. Los pasos apresurados en el pasillo 

despertaron e Luna. 

Luna parpadeó, abrió lentamente los ojos, y miró por la ventana. Se dio cuenta de que ya había 

amanecido y no deseaba dormir más. 

Era la voz de Isabel, Luna no sabía qué había sucedido, solo escuchó las constantes disculpas de la 

muchacha. Con los ojos somnolientos, pisó descalza el suelo y se acercó a abrir la puerta. 

Al abrir la puerta, se sorprendió al ver la figura que apareció allí y preguntó: 

-Andrés, ¿has terminado el trabajo de la empresa? 

En realidad, Andrés había regresado a casa una hora antes de que Luna se durmiera, había acompañado 

a Isabel al centro comercial. Sin embargo, al entrar en su habitación, Andrés se dio cuenta de que algo 

faltaba. Era la osita de peluche que Luna le había regalado en su cumpleaños. 

Al escuchar la voz de Luna, Andrés se acercó un poco a Isabel, como si estuviera a punto de “protegerla”, 

luego le explicó a Luna con un destello frío en sus ojos: 

-Lo siento, Luna. Rompi accidentalmente la osita que me regalaste. Isabella no sabía que era un regalo 

tuyo, solo pensó que era algo inútil y la tiró. 

En ese momento, Liora también agregó: 

-Lo siento, señorita. También es culpa mía por no haberle dicho a la señorita Isabel. 

Todos pensaba que Luna lloraría, gritaría o mostraría su ira. Sin embargo, Luna solo entrecerró muy 

sutilmente sus ojos y respondió con una sonrisa, como si no le importara: 

-Ah eso, vale. No me interesa, aunque era un peluche de edición limitada, no hay por qué darle mayor 

importancia… 

En este mundo, las personas que saben berrinches suelen conseguir lo que quieren. No fue culpa suya. 

Si, por el contrario, Isabel lo hubiera hecho a propósito, ella no la perdonaría. 

En el pasado, odiaba mucho a Isabel, porque ella ocupaba el corazón de Andrés, también por su débil 

carácter y su constante lloriqueo. 

Para ser honesta, en ese momento sentía lo mismo, pero ya no le importaba tanto. 

Andrés fijo su mirada penetrante en Luna, emanando un aura distante y fría. 

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Antes de que pudiera hablar, Luna tomó la iniciativa y dijo: 

-Si te encantó tanto la esita, te regalaré otra, en este nuevo cumpleaños ¿qué te parece? Eso también 

me ahorra la molestia de elegir un regalo nuevo. 

Isabel salió de detrás de Andrés y se disculpó con Luna: 

-Realmente lo siento mucho, Luna. De veras que no lo hice a propósito. 

Luna le echó un vistazo, y respondió parpadeando: 

No es nada grave. Además, esto es una tontería. No necesitas pedirme perdón. 

Para interrumpir ese tema tan tonto y aburrido, Luna le preguntó a Liora: 

-Doña Liora, ¿la cena está lista? Tengo mucha hambre. 

-Sí, señorita. Venía a informarte. 

-Muy bien. Voy a cambiarme de ropa y luego regreso. 

Cuando llegó a la sala, se dio cuenta de que no había nadie en la mesa, por lo que preguntó: 

-Liora, ¿Andrés e Isabel no vienen a cenar? 

Liora le sirvió una sopa y respondió: 

-Se han ido. Me dijeron que ellos habían cenado y no se quedarían. Ay, Andrés te compró un postre y me 

pidió que no olvidara dártelo. En realidad, a él también le importas… 

Luna sabía que Liora la estaba reconfortando. 

Era un pastel de nata con fresas. Ella no esperaba que Andrés realmente le hubiera comprado un postre, 

solo pensaba que era una mentira piadosa de parte Liora hacia ella. 

Para ser honesta, no sintió ninguna emoción especial después de enterarse de la partida y el “regalito” de 

Andrés. Mirando el pastel de fresas, entendía que ella se había liberado completamente de lo que habia 

sufrido en el pasado. 

Abrió la caja del pastel y dio un bocado. Era un dulce perfecto, de la tienda de postres que solía 

frecuentar en el pasado. 

-Liora, siéntate y cena conmigo -le propuso. 

-No, no, gracias, señorita. Ya he comido. Solo soy una sirvienta más en esta casa y no me es apropiado 

cenar con los dueños -rechazó Liora sin dudarlo. 

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Luna ae te acercó y agarró su muñeca, instándola a sentarse en la silla a su lado, luego suplicó fingiendo 

estar triste: 

Ahora solo las dos vivimos en esta casa. Quiero mucho que me acompañes a cenar… No te preocupes, solo estamos nosotras dos aquí, como para ponernos a cuidar de lo que los demás plensen. 

Después de todo, tal vez Andrés y Isabel nunca regresarían a esta casa para vivir alll nuevamente. Al 

escuchar esas palabras, Liora no insistió más. En su opinión, Luna era también una pobre muchacha, sin 

amigos sinceros, y llevando una vida solitaria…. 

Incluso su hermano, el único familiar importante para ella, no le había reservado ni un lugar en su 

corazón. 

Luna se quedó en casa tres días para la recuperación de la herida en su muñeca. La herida había 

cicatrizado, solo debía evitar mojarla para que no se abriera. 

Pasaron tres días completos, y Andrés no había regresado a la mansión ni una vez. 

El vuelo de Miguel se había retrasado debido a una fuerte tormenta eléctrica, por lo tanto, tampoco 

llegaría. Aprovechando la oportunidad, Luna reflexionó sobre su “nueva” vida. En el pasado, había 

invertido todo su tiempo y energía en perseguir a Andrés, eso hizo que no lograra una buena calificación 

en el examen del ingreso a la universidad. Como resultado, solo pudo ingresar a una universidad de bajo 

nivel. 

Ahora, se encontraba aún en la preparatoria. Tenía que esforzarse más para ingresar en una buena 

universidad, y evitar así un destino parecido al de su vida pasada. 

En realidad, la preparatoria en la que ella estudiaba era la prepa privada Aurora School, la cual contaba 

con las mejores instalaciones y estaba equipada con los mejores recursos educativos de la ciudad. 

Con estas excelentes instalaciones y la comodidad que brindaba, las tarifas escolares eran también 

bastante costosas. Casi todos los estudiantes de esta preparatoria provenían de las familiares 

adineradas, incluso los coches para llevarlos a la escuela eran de las marcas más costosas en el 

mercado, 

También había algunos que realizaban intercambios aqui, o fueron admitidos solo por sus excelentes 

notas académicas. La preparatoria les otorgaba becas completas, los premios académicos eran también 

muy generosos. 

Ese día escolar, el chofer la llevó hasta la puerta de la escuela y se despidió: 

-Señorita, llámame cuando termine las clases. 

Luna afirmó ligeramente y respondió: 

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