Un Segundo Comienzo Con Mi Ex-esposo por Dalia Herrera Capítulo 11

Capítulo 11 

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Luna regresó a la habitación, se quitó la ropa sucia que llevaba puesta, y se paró frente al armario para elegir un vestido nuevo. 

Justo en ese momento, se oyó la voz de Andrés desde afuera de la pared: 

-Tengo algo urgente que hacer en la empresa. Si alcanzo a terminar temprano, regresare lo antes posible para estar contigo. 

Isabel respondió consideradamente: 

-No pasa nada. Ve y ocupate de tus asuntos. Que yo andaré esperándote aquí. 

-Bien, si te sientes cansada, puedes dormir en mi habitación. Las sábanas están nuevas y limpias. 

-Eso es lo que menos debes que preocuparte.. 

Luna escuchó los pasos que se alejaban, y creyó que Andrés se había ido. Justo cuando queria respirar de alivio, la puerta se abrió de repente. 

Al mismo tiempo, Luna se quedó completamente rigida con la ropa en su mano. Su rostro se enrojeció al instante, al darse cuenta de lo que había pasado. Se apresuró nerviosa y avergonzadamente a cubrirse con la ropa. 

La mirada de Andrés se estrelló con la figura desnuda de la muchacha. Sin darse cuenta, su cuerpo se quedó como congelado, con la mano todavia agarrando el pomo de la puerta. Cuando volvió en sí, apartó la mirada hacia otro lado rápidamente. 

Tenía que admitir que, a su edad, Luna tenía un cuerpo esbelto de incomparable belleza. 

Una nerviosidad apareció en las pupilas brillantes de Luna. En realidad, ella y Andrés habían sido pareja por tantos años, su cuerpo ya no era nada de secreto para Andrés. 

Sin embargo, sin saber por qué, era cierto que se aceleraba el pulso, como si fuera la primera vez que se veían. También le preocupaba, el hecho de que él, la había visto desnuda. 

De inmediato al darse cuenta, él dio media vuelta para observarla, pero ella se puso el vestido rápidamente y se forzó a calmarse, luego preguntó: 

-Hermano, ¿tienes algo que decirme? 

Andrés sacó una tarjeta de su bolsillo y la dejó en la mesa. Luego dijo con su voz un poco gruesa: 

-Es una tarjeta de compras de un centro comercial, que me regaló un socio de negocios. Si quieres 

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-Muchas gracias, hermano. 

Andrés bajó la mirada y cerró la puerta. 

Pero no se fue de inmediato. Su corazón se contraia bruscamente, el deseo contenido en su cuerpo se 

agitaba como una bestia. 

Unos segundos después, Andrés fue al estudio con pasos acelerados, para sacar los documentos para la 

reunión y entró en el coche. Encendió el coche, se sentó en el asiento agarrando el volante en su mano. 

La curva de la cintura de la muchacha saltó en su mente bruscamente, y la escena desapareció tan 

rápidamente como una estrella fugaz en el firmamento. 

¿Era Luna? 

¡Él definitivamente ya estaba volviéndose loco! 

Él reprimió esa inquietud en su interior, pisó fuertemente el acelerador y se fue rápidamente de la 

mansión de la familia Garcia. 

Luna terminó sus tareas en la habitación, y estaba a punto de ir al jardín para relajarse un poco. Sin embargo, al abrir la puerta, vio a Isabel subiendo las escaleras. 

Las dos se miraron en un silencio incómodo. Luna no tenía mucho que decirle. 

Aunque se sentía culpable por su muerte en la vida pasada, Luna todavía no podía considerarla como su 

amiga. Solo quería pasar estos años tranquilamente y despedirse para siempre. 

Había un ambiente tenso, pero Luna tomó la iniciativa de hablar: 

-Isabel, ¿adónde vas? 

Isabel sonrió suavemente y respondió rápido: 

-Estoy limpiando la habitación de Andrés. Hay algunas cosas inútiles que voy a tirar. 

Luna afirmó con la cabeza y dijo: 

-Así que no te molestaré. Solo quiero bajar para beber agua. 

Dicho esto, bajó las escaleras en zapatillas. Casi llegando, escuchó la voz de Isabel que era tan ligera como una hoja moviéndose en el viento: 

-Luna… Sé que te gusta Andrés. No te preocupes, no te lo robaré. 

Sin embargo, Luna sabia que, incluso si Isabel renunciaba a esa idea, ella aún no sería la elegida en el 

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De lo contrario, él no habría irrumpido en su habitación con impulso de matarla al saber la muerte de 

Isabel, ni se habría divorciado de ella para casarse con una mujer que se parecía a Isabel… 

Maria habis podido quedarse al lado de Andrés por tantos años, simplemente por su parecido rostro con 

Isabel… 

Pensando en eso, Luna se dio media vuelta, solo dijo fingiendo estar relajada y tranquila: 

-Si alguna vez tuve sentimientos diferentes hacia él fue en el pasado, el ya no me gusta. Será solo mi 

hermano para siempre. Pero si tú en cambio logras ser su esposa, jde veras que me sentiré muy feliz! 

No estaba mintiendo. Eran palabras sinceras. Si ella lograba ayudar a arreglar la relación entre ellos, lo 

consideraría como una forma de compensar a Isabel por lo que le había debido en su vida pasada. 

Sin detenerse, se dirigió a la sala directamente. Abrió la nevera y tomó un vaso de agua fría. Mientras 

bebia, notó las “basuras” que Isabel había tirado fuera de la puerta. 

Entre ellas, había un regalo de cumpleaños que ella le preparó para Andrés, fue una osita rosa. 

Le había dicho a Andrés que, cuando ella no estuviera a su lado, esa osita asumiría la responsabilidad de 

acompañarlo para siempre por su parte. 

Luna sintió como si cayera en un agujero de hielo. 

En la vida pasada, esa misma osita también había sido abandonada como basura, por María. 

Y ahora, lo mismo estaba sucediendo, pero la que la había tirado, era Isabel. 

Tal vez, su destino irreparablemente siempre había sido ese… 

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