Resistiendo al amor de Mi Ex-Marido CapÃtulo 1
Resistiendo al amor de Mi Ex–Marido Frita Insecto shi +15 BONUS CapÃtulo 1 Si tantas ganas tienes de morir, ¿por qué no te apuñalas a ti misma o haces un truco como saltar de un edificio? -sugirió un hombre con frialdad y repugnancia. ¿Yo quiero apuñalarme…? De repente, Bella Fernández notó algo raro en las palabras de Pedro Romero. ¿Cuándo habÃa expresado ella que querÃa saltar de un edificio? Señora, por fin, ha recuperado la conciencia. -preguntó Fiona, la criada, acercándose a ella. con agua y medicinas- ¿Le duele la cabeza? El médico le ha dicho que tiene sÃntomas de una conmoción cerebral leve y le ha indicado estos medicamentos. ¿Quiere tomarlas ahora? Bella no le contestó, ya que se quedó sorprendida al descubrir que se encontraba tumbada en un amplio dormitorio. A juzgar por la decoración de la casa, parecÃa tratarse de la antigua mansión de la familia Romero. No habÃa regresado a aquella vivienda, desde hacÃa dos años, especÃficamente, desde que la habÃan ingresado en el hospital psiquiátrico. Fue por esto que, en un principio, creyó que a lo mejor Pedro la habÃa llevado de vuelta a la casa, pero enseguida negó esta idea. Ella se habÃa apuñalado a sà misma en el corazón, y, aunque no habÃa muerto, era imposible que no la hubieran enviado al quirófano. Al pensarlo, Bella se apresuró a bajar la cabeza para examinar su pecho, y frunció el ceño al comprobar que estaba intacto, aunque su cabeza y sus muñecas estaban envueltas en gasa médica. Pedro frunció el ceño al ver que Bella cambiaba de expresión, alternando entre el dolor y la sorpresa. -La próxima vez, sube más alto, jel salto en el segundo piso no causará la muerte! -dijo el hombre con impaciencia. Después de decir esto frÃamente, Pedro salió de la habitación. Sin tener en cuenta las palabras de Pedro, Bella continuó revisando su cuerpo. Después más de dos años en el hospital psiquiátrico, estaba pálida y marchita, pero en este momento, su tez era suave y blanca, y se veÃa vitalizada. Tampoco tenÃa los rasguños ni los moretones en el cuerpo y los brazos, que le habÃan causado los cuidadores. Señora, el señor está demasiado enfadado, lo ha dicho sin pensar. la consoló la criada, pensando que Bella estaba triste-. No hay rencor. Más tarde podrá hablar con el…. Bella estaba demasiado sorprendida, asà que la interrumpió con ansiedad. ¿Fiona, qué dÃa es hoy? Fiona la miró sin comprender, pero le contestó: +15 BONUS -Hoy es el cumpleaños de la señorita GarcÃa. Usted supo que el señor irÃa a celebrar su cumpleaños, por lo que lo llamó para que viniera a casa… Al escuchar sus palabras, Bella supo que Fiona no habÃa entendido lo que querÃa decir, pero Bella no tuvo tiempo para explicarse. Miró rápidamente a su alrededor y tomó el teléfono móvil que estaba al lado de la cama. Resultó que el año el año que aparecÃa en la pantalla correspondÃa a tres años antes de lo que recordaba. ella De pronto, Bella recordó algo; levantó las sábanas, saltó de la cama y corrió hacia el invernadero. Aquel lugar estaba desordenado, tal y como imaginaba, y solo quedaban los restos de varias flores valiosas…. HacÃa tres años, cuando se habÃa enterado de que Pedro acompañarÃa a Anna GarcÃa a celebrar el cumpleaños y que le habÃa comprado flores, habÃa perdido los nervios y las habÃa destruido todas. Los cristales rotos le habÃan lastimado las muñecas, pero no le habÃa importado el dolor, y enseguida saltó impulsivamente desde la terraza del segundo piso. Aunque los arbustos verdes habÃan servido como amortiguación y la habÃan protegido de la fractura de brazos y piernas, se habÃa golpeado la cabeza con el borde del parterre y se habÃa desmayado en el acto… Pensando en todo aquello, no pudo evitar sospechar que habÃa vuelto al tiempo, tres años atrás. Fiona, temerosa de que Bella continuara armando alboroto, la persiguió, con la intención de persuadirla. Señora, ¿por qué viene otra vez al invernadero? El suelo está lleno de vidrios y de trozos de cerámica. Por favor, ¡no vuelva a hacer ninguna estupidez! -dijo, asustada-. El señor está preocupado por usted. Tan pronto como se enteró de que estaba herida, regresó de inmediato a ¡Oh, señor Romero! -exclamó la mujer, sorprendida. Al oÃr el tono tenso de Fiona, Bella levantó la cabeza. En el invernadero no solo estaba Pedro, alto y apuesto, sino que Anna se encontraba a su lado, exquisitamente bien vestida, tierna y decente. Se encontraban frente a ella como una pareja perfectamente armoniosa.
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