Mi Ex-esposa Misteriosa Es Multimillonaria Violet Irwin Chapter 85
CapÃtulo85 Clara levantó ligeramente sus párpados. Sus ojos como almendras estaban llenos de lágrimas, mientras contemplaba al hombre hermoso. Él llegó como el viento de la noche, arrodillándose ante ella con una rodilla. La miró profundamente con su hermoso rostro levantado. – — He oÃdo decir que mi hermana ya no me reconoce como hermano. – Él curvó sus labios en una sonrisa maliciosa y llena de ternura. – Juan… – Clara balbuceó con sus labios sonrojados y habló en voz suave y dulce. – Al escucharte llamarme Juan, finalmente puedo dejar descansar mi corazón. Juan Isabel, también conocido como el cuarto hijo de la familia Pérez, sonrió de alegrÃa. Sus ojos normalmente frÃos y agudos se volvieron suaves como la fusión de la nieve, como el amanecer rompiendo la oscuridad. Puso sus brazos fuertes alrededor de la cintura delgada de su hermana. La enganchó en sus brazos y metió la otra mano en el bolsillo del cortavientos, sacó un trozo de chocolate, abrió el papel con los dientes y se lo dio a los labios de Clara para alimentarla. – Un producto tÃpico de Andorra. Es tu favorito. Pruébalo. — – ¡Juan! Clara se lanzó de repente a los brazos de Juan. Sin saber por qué, una oleada de emociones agridulces se apoderó de ella. Las lágrimas cálidas llenaron sus ojos y empaparon la camisa negra del hombre. Estas lágrimas tenÃan componentes complejos, de añoranza por su hermano, culpabilidad a su abuelo, resentimiento a Beatriz, y frustración por no poder hacer el brazalete de jade. También habÃa decepción y angustia de Alejandro. – Clara, ¿estás llorando? – Juan se sobresaltó de repente y le rascó ligeramente la nuca con su gran mano. – No pasa nada. – Clara estaba murmurando en voz baja con un tono apagado. – – Mi ropa es completamente mojada, ¿sigues diciendo que no? 1/3 Si digo que no, entonces no. Clara tenÃa la voz entrecortada, pero seguÃa siendo terca y testaruda en su actitud. Juan sabÃa que su hermana era una niña con un fuerte sentido de dignidad, rara vez lloraba desde que era pequeña. Asà que no la contradecÃa y la abrazaba en silencio, consolándola mientras su corazón se apretaba de dolor. Clara, yo he vuelto. ¡Los buenos tiempos de Alejandro habÃan llegado a su fin! En este momento, Diego y Javier se paraon juntos afuera de la puerta, observando la escena llena de amor fraternal entre los dos hermanos. Javier […]
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