Un Segundo Comienzo Con Mi Ex-esposo por Dalia Herrera Capítulo 22

Capítulo 22 

-El coche ya está listo, joven. ¿De verdad fuiste a la casucha de los Sánchez? 

-¿Por qué me lo preguntas? ¿Acaso no puedo ir?-Gabriel, sentado en una silla de ruedas, exudó un aire 

noble. Llevaba una camisa con chaqueta la cual permitía apreciar su tatuaje azul en el dorso de su mano debajo de las mangas. Irradiando un aura melancólica, con toque frío y distante. 

-Pero, y la señora… 

Gabriel levantó la mirada con sus ojos oscuros y 

-¡No fue asunto de ella decirme qué hacer! 

frios: 

-Lo siento, joven, hablé fuera de lugar. Te llevaré abajo entonces, 

Después de muchos años, Gabriel salió de su casa por primera vez, realmente había pasado mucho 

tiempo desde que vio el sol de afuera. 

Al salir, se dio cuenta de que todo fue como ella decía, el paisaje era hermoso. 

Echó un vistazo al árbol de dátiles más allá del muro. Todavía recordaba la silueta de la joven sentada 

en el muro, balanceando sus piernas con alegría y mostrando una bella sonrisa. 

Al mirar atrás, ese atisbo de calidez en sus ojos desapareció, reemplazado por un aire frío. 

Una hora más tarde, llegaron a la mansión más lujosa. Varios sirvientes estuvieron alineados fuera de la entrada. No fue hasta que un Porsche negro se detuvo lentamente que los guardaespaldas 

nerviosamente se acercaron y abrieron la puerta del pasajero trasero. 

Un sirviente trajo una silla de ruedas y Gabriel se sentó. Los sirvientes presentes exclamaron al unisono: 

-Bienvenido de vuelta, joven maestro. 

El rostro de Gabriel carecía de emoción. 

No recordó cuánto tiempo pasó desde que volvió a la vieja casa de los Sánchez. 

-¡Mi querido Gabriel! 

Una voz anciana y profunda resonó desde no muy lejos, y poco después, un anciano apoyado en un 

bastón se acercó. 

Pedro Sánchez rápidamente dijo: 

-Mamá, despacio. 

+15 BONUS 

Al ver al anciano acercarse, los labios pálidos de Gabriel se movieran ligeramente para decir 

Abuela. 

La anciana tenia los ojos llorosos: 

Finalmente decidiste venir a ver a tu abuela. 

Gabriel asintió y luego miró al hombre de mediana edad detrás de su abuela, sus ojos se encontraron 

brevemente antes de apartar la mirada con indiferencia. 

-Abuela, volvi para arreglar algunas cosas pendientes… 

-¿Qué asuntos? Hablemos después de la cena. 

Gabriel fue empujado hacia una larga mesa de comedor con espacio para veinte personas. La mesa 

estaba llena de sus comidas favoritas. 

No le resultó dificil sentarse a la mesa, pero la anciana le ayudó, dejándolo en el asiento principal a su 

izquierda 

La anciana sabia que iba a llegar, pero temía que no lograra acostumbrarse. 

Sus ojos estuvieron llorosos mientras miraba a su delgado y hermoso nieto: 

-Mira cuánto adelgazaste, Gabriel. Come más. 

-Gracias, abuela. 

Pedro trató de animar a la anciana: 

¿Cómo estuviste todos estos años? Oi que no fuiste a la escuela. Deberías haber estado por hacer tu 

examen de admisión a la universidad, ¿todavía quieres ir? Si es asi, puedo hacer los arreglos. 

Mientras cogió un trozo de pescado de su bol, Gabriel respondió con calma: 

-¿No es un poco tarde para que te preocuparas por cómo me fue, padre? 

Pedro sintió un leve malestar en su corazón, su mirada se volvió fría. 

-No necesitabas de hecho preocuparte por mi, padre. Estuve de maravilla todo este tiempo. 

Pedro sintió culpa hacia Gabriel. 

-Ahora que volviste, quédate en casa Tu habitación ya está lista. 

apciona añadió: 

+15 BONUS 

-Si, siempre guardé tu habitación en orden para el día que decidlese volver. 

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